28/07/11 – Poco a poco vamos conociendo más detalles acerca del ideario de Anders Behring Breivik, el ultraderechista responsable del ataque contra las oficinas del Gobierno noruego (presidido por el laborista Jens Stoltenberg), que causó ocho muertos, y de la matanza de 68 jóvenes que asistían a un campamento de las juventudes laboristas en la isla de Utøya. Más allá de otras consideraciones sobre su personalidad, lo cierto es que Breivik pareció actuar sustentado por una ideología coherente con lo que la extrema derecha defiende. Sus posiciones respecto a la homosexualidad, recogidas por la página de noticias LGTB alemana queer.de, no son una excepción…
Breivik, en su ya famoso manifiesto islamófobo “2083. Una declaración Europea de Independencia”, maneja el mismo doble lenguaje que otros extremistas de derecha suelen usar al hablar del islam y la homosexualidad. Por un lado, acusa a los musulmanes de querer exterminar a otras minorías, como los homosexuales, pero al mismo tiempo acusa los homosexuales de connivencia con “marxistas” y “multiculturalistas” a los que responsabiliza de promover una supuesta invasión musulmana de Europa. Por un lado se burla de las posiciones pro-LGTB y supuestamente promusulmanas de la izquierda -”¿Acaso asegurarán Sahlin (en referencia a Mona Sahlin, líder de los socialdemócratas suecos hasta hace unos meses) y los demás socialdemócratas que la parejas homosexuales podrán casarse en las mezquitas?”, llega a ironizar- mientras él mismo se proclama partidario del matrimonio tradicional, que considera devaluado entre otras cosas por su apertura a las parejas del mismo sexo.
De hecho, según Breivik, las parejas del mismo sexo no desean en realidad el “verdadero” matrimonio, sino la “versión blanda” que en su opinión se ha impuesto hoy día, con -entre otras cosas- facilidad para divorciarse. Breivik piensa, de hecho, que el apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo y a la ordenación de pastores homosexuales es un ejemplo de la deriva liberal de las iglesias protestantes, que piensa deben ser sustituidas por el catolicismo. Breivik es también partidario de limitar el aborto y la liberación de la mujer y defiende una educación sexual tradicional.
En lo personal, sin embargo, Breivik afirma no tener nada en contra de los homosexuales, y acusa a “marxistas” y “multiculturalistas” de querer hacer aparecer a los que piensan como él como homófobos sin serlo. De hecho dice conocer a varios gays, contra los que no afirma no tener nada. Defiende, eso sí, que lo sean discretamente… “¿Por qué debe importarme lo que pase detrás de una puerta cerrada?”, llega a decir. Eso sí, Brevik critica lo que considera “histeria” y “victimización” por parte de activistas homosexuales, políticos y medios de comunicación, a los que acusa de querer promover medidas de discriminación positiva que acabarán llevando a la discriminación de los heterosexuales.
Ya en un terreno más táctico, Breivik aconseja a aquellos que quieran seguir su ejemplo adoptar comportamientos que considera típicos de los gays, como adquirir un coche Hyundai o utilizar maquillaje a la hora de hacerse fotos, ya sea para despistar o para tener una mejor imagen. Incluso recomienda expresamente hacerse pasar por gay ante algunas personas, a las que se pediría a cambio silencio sobre su vida privada, como una forma de pasar desapercibido y asegurarse discreción…
Una pareja de lesbianas salvó a unos cuarenta jóvenes
En otro orden de cosas, la tragedia de Utøya ha permitido también conocer la historia de muchas personas que, arriesgando sus vidas, en pleno ataque se acercaron a la isla en sus embarcaciones para intentar salvar a la mayor cantidad de jóvenes posible. Entre ellas están Hege Dalen y Torill Hansen, una pareja de lesbianas que se encontraba acampada en una isla vecina, celebrando el cumpleaños de su hija, y que se acercaron con su bote hasta Utøya. Realizaron un total de cinco viajes gracias a los cuales pudieron salvar a unos cuarenta jóvenes, que desesperados se escondían en cuevas al lado del mar o que se habían lanzado al agua para intentar escapar a nado del horror.
La pareja, en compañía de familiares y amigos, intentaba digerir las noticias sobre la explosión que poco antes había sacudido el centro de Oslo cuando comenzaron a escuchar los disparos (la isla en la que se encontraban está justo frente a la de Utøya). El olor a pólvora y los gritos las pusieron sobre la pista de lo que estaba sucediendo. La pareja decidió dejar a su hija al cuidado de otros familiares y se lanzó a su pequeño barco a intentar ayudar, como por otra parte hicieron otras personas acampadas y residentes.
Hege y Torill calculan que salvaron a unos cuarenta jóvenes, en un total de cinco viajes. En uno de ellos los disparos del terrorista estuvieron a punto de alcanzar el bote. La pareja recuerda con horror el momento en el que, en uno de los viajes, tuvieron que renunciar a rescatar a una persona ante la imposibilidad de la embarcación de soportar más peso. “Fue terrible decidir a quienes recogíamos”, recuerda Torill (en la foto), atormentada por la idea de que finalmente se ahogara. Ahora intentan proseguir con sus vidas.
Fuente: DosManzanas.com